La sociedad depende de la ciencia para avanzar, pero son pocos los que deciden apostar por este camino donde la incertidumbre y los riesgos están a la orden del día. Arquimea Research Center, con sede en Canarias, es un oasis dentro de una tierra donde no abunda la investigación privada. Hoy en día, Arquimea es una de las pocas empresas de alta tecnología asentada en España que crece cada año a pasos agigantados. Su modelo de negocio se basa en investigar. ¿De qué? La imaginación es el límite.
Cualquier posible invención que sea comercializable tiene cabida en los laboratorios de la empresa. Su misión está clara: «Queremos crear I+D que supere desde su misma concepción el estado del arte y cuyo objetivo inicial sea fácilmente transferible a los mercados». En pocas palabras, Rubén Criado, CEO de ARQUIMEA Research Center desglosa el método de funcionamiento de este centro de investigación. ARQUIMEA es la empresa matriz del grupo, y su pasión por la innovación la ha llevado a facturar 112 este año. «Hemos sido elegidos durante tres años consecutivos la empresa que más crece en el sector aeroespacial», explica Criado sobre ARQUIMEA.
Una apuesta por la innovación
Gracias a su apuesta por la innovación, ARQUIMEA Research Center hoy puede presumir de una plantilla de casi 90 expertos en áreas de gran calado tecnológico como la robótica, la inteligencia artificial, la biotecnología o la cuántica. Y en cada una de estas áreas –u orbitales como la empresa prefiere llamarlos– se están realizando investigaciones punteras con menores trabas burocráticas y mucha más libertad para dejar volar la imaginación. «Tenemos proyectos tan ambiciosos que pueden rozar la locura», sentencia con cierto rubor la biotecnóloga Sara Vidal, que insiste que detrás de ellos siempre existe algo de «lógica». Vidal estuvo siete años trabajando en Suiza y Arquimea la «rescató» para que pudiera volver a España. Hoy se dedica, entre otras cosas, a estudiar las bacterias extremófilas para ver cómo podrían contribuir a procurar el crecimiento de cultivos a un escenario de cambio climático o si sus propiedades son eficaces para crear nuevas terapias.
Arquimea tiene claro que quiere romper con la losa que pesa sobre la ciencia mundial. Y es que, un reciente estudio publicado en Nature ha demostrado que, en general, los descubrimientos son cada vez menos disruptivos. «Una empresa que quiere mantenerse de la tecnología debe tener una estrategia para que la investigación y la innovación sea ágil y pueda crear I+D puntera», insiste Criado.
La empresa es consciente de que este método es más arriesgado que otros. «Te adelantas a nuevos mercados y muchas veces no trabajamos ni con especificaciones previas, las creamos nosotros», explica el CEO de ARQUIMEA Research Center, que recuerda que se está trabajando en nuevos estados del arte cada año y medio. Y es que aunque el camino sea poco certero, cuando se logran resultados, se consigue mucho más de lo que invirtieron o incluso de lo que pudieron perder. La ciencia se comporta así. Cuesta hacerla, pero cuando da resultados, los beneficios se disparan.
Son dos los proyectos que, en menos de tres años, han logrado resultados tan consolidados que ha podido salir a la venta al mercado. Por un lado, la empresa ha empezado a comercializar con un proceso criptográfico poscuántico que permite proteger los ordenadores actuales de los hackers del futuro.
Detrás de este avance está el equipo de la ingeniera Cristina de Dios, que dirige un equipo de 20 personas en el llamado orbital Quantum. Se trata de un mecanismo de encriptación, basado en las técnicas actuales «pero que protege de las futuras comunicaciones cuánticas», revela De Dios. La empresa ha vendido esta tecnología a otras empresas de Europa y EEUU. Un ejemplo de su relación internacional que, por otro lado, consideran uno de sus grandes impulsos. «Nuestra centro de investigación es global, tenemos inversores de Los Ángeles y Sillicon Valley», resalta Criado, que insiste en que destaca que esa capacidad de atraer fondos de otros países les permite seguir creciendo.
Otra de sus joyas es Pulsar, una serie de motores y actuadores desarrollados en el orbital de robótica. «Queríamos buscar una forma de mejorar las articulaciones con las que se mueven los robots», explica el ingeniero Miguel López, investigador principal de este orbital en Arquimea Research Center. Y es que, cuando comenzó a trabajar en esta área, el ingeniero y su equipo se percataron de que gran parte de los avances que se están produciendo en la robótica se están centrando en mejorar su software. «Esta tendencia la hemos visto sobre todo con la irrupción de la inteligencia artificial», explica. Por eso se han decidido a trabajar en lo que tanto se ha dejado de lado: el hardware. Es decir, el cuerpo de las máquinas. «De nada nos sirve tener robots muy inteligentes que se muevan con torpeza», insiste. La tecnología que han creado es el primer paso para que los robots empiecen a coger soltura.
En el centro también podemos encontrar el orbital IA, dirigido por Orlando Ávila, cuyos objetivos se orientan a conseguir mejoras para el cine y la televisión. «Queremos conseguir cámaras que reconstruyan las fotografías en 3D en tiempo real», explica Ávila.
Revolución audiovisual
La idea es generar una revolución en la producción audiovisual. «A principios del siglo XX se utilizaban proyecciones en el fondo de los actores para grabar escenas; esta tecnología quiere ofrecer una solución similar pero con pantallas», resalta. A través de una tecnología denominada Nerf, los investigadores están centrados en desarrollar que varias pantallas puedan ofrecer lo que ahora solo puede una ubicación al aire libre: veracidad.
Otra de las fortalezas de ARQUIMEA Research Center está también en la colaboración, tanto dentro como fuera de la empresa. Y es que, pese a dividirse en secciones –u orbitales–, los trabajadores no están fijos trabajando en uno u otro. «Pueden cambiar en cualquier momento de proyecto y, por tanto, de orbital, por lo que así se intensifica la colaboración y la creación», explica Vidal.
De cara al exterior, Arquimea también se cuida de crear relaciones estrechas con universidades públicas y centros de investigación de España. El objetivo es poder contar siempre con las mejores mentes y los mejores recursos. De hecho, Laura Trigueros, una de las investigadoras del orbital de biotecnología comparte su trabajo la Universidad de Málaga. Trigueros está desarrollando una terapia alternativa para el cáncer de páncreas. Para sus estudios, sin embargo, no está usando los laboratorios con los que cuenta Arquimea en el Parque Científico y Tecnológico de Tenerife (PCTT). «En lugar de obcecarnos en contar con esos costosos recursos, cuya instalación puede conllevar años, utilizamos los de otras instituciones», explica el CEO de Arquimea Research Center. Gracias a estos recursos, Trigueros ha podido concretar el funcionamiento del tumor y de sus proteínas, para así entender qué debe hacer para proteger al paciente.
Arquimea Research Center es una isla dentro de un ecosistema empresarial que históricamente no ha apostado por la ciencia. Sus trabajadores están demostrando que la innovación es negocio y que la ciencia está en el mercado.
Redactado por: Verónica Pavés
Fuente: La Provincia, Diario de Las Palmas
Foto: CARSTEN W. LAURITSEN